AMIANTO: ASI AFECTA A LA SALUD EL PRINCIPAL CARCINOGENO LABORAL
El amianto es uno de los
carcinógenos ocupacionales más importantes que provoca alrededor de la mitad de
las muertes por cáncer profesional, según la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Su capacidad de provocar fibrosis
pulmonar fue establecida científicamente en 1930. Las alarmas internacionales
sobre los riesgos cancerígenos del amianto saltaron a mediados de los años
sesenta y una década más tarde el consenso científico era pleno.
En 1976 la Agencia Internacional
para la Investigación del Cáncer (IARC) estableció que todos los tipos de
fibras de amianto podían provocar mesotelioma y carcinoma de pulmón y negó la
posibilidad de definir niveles seguros de exposición.
Si bien los riesgos de este
mineral son conocidos desde el siglo pasado, en las últimas semanas su
preocupación ha vuelto a la actualidad tras confirmarse la presencia de amianto
en algunos trenes de las líneas 1, 6 y 9 de Metro de Madrid.
El conflicto se ha extendido
también a la compañía de metro de Buenos Aires, que ha decidido sacar de
circulación varios trenes comprados a la empresa encargada del suburbano de
Madrid.
Tras conocerse este hecho, la
Fiscalía de la Comunidad de Madrid ha abierto una investigación penal por un posible
delito contra los derechos de los trabajadores de Metro.
Metro de Madrid ya reconoció en
diciembre como “enfermedad profesional” la asbestosis (un tipo de cáncer
causado por la inhalación de asbesto, base del amianto) padecida por un
trabajador del suburbano y, asimismo, se están estudiando los casos de otros
trabajadores.
ENTREVISTA A: Alfredo Menéndez Navarro: “El amianto es un grave
problema de salud pública”
Para conocer más sobre los
riesgos de este mineral y obtener una radiografía de la situación en España,
EFEsalud ha entrevistado a Alfredo Menéndez Navarro, catedrático de Historia de
la Ciencia de la Universidad de Granada (UGR) y director del proyecto “Los
riesgos del amianto en España (1960-2002)”.
1.
¿Dónde se encuentra el amianto?
Dadas sus especiales propiedades
ignífugas y de resistencia a la abrasión, el amianto ha sido empleado en
numerosos procesos industriales y productos manufacturados desde comienzos del
siglo XX: productos textiles, aislamientos térmicos, industria del fibrocemento,
siderurgia, construcción naval, automoción, construcción ferroviaria, etc.
Puede decirse que en los países
industrializados el amianto fue un material ubicuo entre los años 60 y 90, dada
su presencia en multitud de productos manufacturados (se calcula que unos 3.000
tipos de productos lo contenían).
El consumo de amianto en España a
lo largo del siglo XX ha sido estimado en 2.600.000 Tm (toneladas métricas).
Desde su prohibición en 2002, el principal problema en nuestro país reside en
el amianto instalado, fundamentalmente en forma de productos de fibrocemento
(tejados, depósitos, conducciones, etc) y en aislamientos en techos,
conducciones, calderas o en los vagones ferroviarios, entre otros.
Es importante señalar que la
mayor parte del fibrocemento instalado está llegando al final de su vida útil
lo que implica que aumente la liberación de fibras al ambiente por su
deterioro. Se calcula que este problema afecta a 1,5 millones de toneladas de
amianto instaladas, que llegaran al final de su vida útil en 2020.
Por otro lado, el personal de
mantenimiento que actúa sobre el amianto instalado (fontaneros, electricistas,
mecánicos, demoliciones, etc) si no se siguen los protocolos adecuados, es el
personal más expuesto en nuestros días.
2. ¿Qué enfermedades puede provocar el amianto?
Las tres principales patologías
asociadas a la exposición al amianto son: la asbestosis o fibrosis pulmonar, el
cáncer de pulmón y el mesotelioma (un tumor difuso maligno del mesotelio que
puede afectar a la pleura, el peritoneo y el pericardio, siendo el más
frecuente el que afecta a la pleura pulmonar).
Además de estas tres patologías,
la exposición al amianto puede causar cáncer de laringe y también otras
patologías pulmonares y pleurales como las placas pleurales, el derrame pleural
y la atelectasia redonda, entre otras.
A diferencia de la asbestosis o
el cáncer de pulmón, el mesotelioma maligno puede aparecer con dosis mínimas de
exposición y con tiempos de exposición cortos, lo que explica la incidencia de
este tipo de cáncer en población no expuesta laboralmente.
3. ¿Qué personas tienen mayor predisposición a padecer patologías
derivadas del amianto?
Podemos hablar de la existencia
de diferentes perfiles. En primer lugar están los trabajadores y trabajadoras
de los diversos sectores en los que se manipulaba el amianto. Es el grupo en
que se registra mayor carga de enfermedad.
El gran problema es que además de
los sectores bien identificados como el fibrocemento o la construcción naval,
ha habido exposición laboral al amianto en otros muchos sectores no
identificados como de riesgo, lo que ha implicado mayor desconocimiento por
parte de los trabajadores y menores medidas de seguridad por parte de las
empresas.
En segundo lugar, habría que
hablar de los afectados por exposición paralaboral o familiar. Se trata de las
personas que han convivido con los trabajadores de sectores de riesgo y que han
estado expuestos por distintas vías, entre otras, por el amianto que se traía
en las ropas de trabajo.
En tercer lugar están los
afectados por exposiciones ambientales. Se trata fundamentalmente de las
personas que han residido cerca de las plantas donde se manipulaba amianto pero
también usuarios de productos que contienen amianto. Se calcula que el 15% de
los mesoteliomas pleuras atribuibles al amianto son por exposición ambiental.
4. ¿Cuánto tiempo de exposición al amianto es necesario para poder
desarrollar alguna patología derivada?
El periodo de latencia, es decir,
el que trascurre entre la exposición y el desarrollo de la enfermedad es de
entre 10 y 20 años para la asbestosis, y de entre 20 y 40 años para los
cánceres del amianto. Este hecho dificulta extraordinariamente el
reconocimiento del origen de la enfermedad porque en muchas de las víctimas el
cáncer debuta cuando se ha abandonado la actividad laboral.
5. En estos días el debate sobre los riesgos del amianto está de
actualidad tras la polémica de presencia de este mineral en los trenes de Metro
de Madrid. ¿En qué otros lugares/instalaciones puede existir la posibilidad de
hallar presencia de amianto?
El riesgo está ligado a la
potencial liberación de fibras de amianto al ambiente y a su posible inhalación
por parte de los usuarios del metro. No conozco con detalle en qué componentes
se encuentra el amianto en esos vagones por lo que prefiero ser cauto a este
respecto.
De lo que no cabe duda es de que
es exigible a una empresa pública y a los responsables políticos que afronten
con diligencia el problema e identifiquen y retiren aquellos coches afectados
para reducir la posibilidades de exposición.
Minimizar el problema por parte
de los responsables a lo largo de las últimas décadas es una de las causas de
la epidemia de cánceres del amianto que sufrimos y seguiremos sufriendo hasta
2040.
6. ¿Cuál es la incidencia en
España de las enfermedades derivadas del amianto?
En España carecemos de registros
fiables de expuestos y de afectados. La horquilla de expuestos oscila entre los
60.000 que estimó en 1991 el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene y los
más de doscientos mil que señalan algunas fuentes sindicales. A ellos habría
que sumar las exposiciones ambientales.
Respecto a la incidencia de
enfermedades derivadas del amianto, el dato utilizado internacionalmente para
conocer la magnitud de la carga de enfermedad es el número de fallecidos por
mesotelioma pleural, ya que su única causa es la exposición al amianto.
Según el INE, entre 2007 y 2011
se produjeron 1.297 fallecimientos por mesotelioma pleural en España (925
hombres, 372 mujeres). Se estima que el
80-85% de ellos serían atribuibles a exposiciones laborales y el resto a
exposiciones ambientales.
Para el mismo periodo, en nuestro
país fallecieron 101.906 personas por cáncer de bronquio y pulmón (86.093
hombres, 15.813 mujeres), según el INE.
Las estimaciones más conservadoras,
consideran que el 4% de los fallecimientos por cáncer de pulmón son atribuibles
a exposiciones laborales al amianto.
Por tanto, en torno a 4.076
muertes registradas en nuestro país por esta causa entre 2007 y 2011 se
deberían a exposiciones laborales al amianto. A estas cifras habría que sumar
el número de fallecidos por asbestosis y por otros cánceres ligados a la
exposición al amianto como el de laringe.
7. Tras estas cifras, ¿cuál es
la realidad a la que se enfrentan los afectados?
Si los datos anteriores son
dramáticos y muestran la magnitud de la carga de enfermedad y muerte que supone
el amianto, a ello hay que sumar la falta de reconocimiento de las víctimas por
parte de nuestro sistema de seguridad social.
Sólo el 6,4% de los hombres y el
4,4% de las mujeres que fallecieron entre 2007 y 2011 en nuestro país por
mesotelioma pleural atribuible a exposición laboral al amianto han sido
reconocidos como enfermos profesionales por la Seguridad Social.
La tasa de infra-registro de los
fallecidos por cáncer de bronquio y pulmón atribuibles a exposición laboral al
amianto es aún mayor, el 98,8%. La primera consecuencia de este
infra-reconocimiento es la privación a las víctimas de sus derechos en términos
de prestaciones y de reconocimiento social.
La segunda consecuencia es la
socialización de los costes de la enfermedad que son transferidos desde las
empresas responsables de las exposiciones laborales causantes de la misma a la
ciudadanía general y a los Servicios de Salud. Hemos estimado que el coste directo
de la asistencia médica y farmacéutica dispensada a los afectados por el
Sistema Nacional de Salud de nuestro país ha ascendido a 464 millones de euros
entre 2004 y 2011.
La tercera consecuencia del
infra-reconocimiento es la dificultad que entraña para el desarrollo de
programas de prevención de riesgos por parte de las empresas y las autoridades
laborales.
8. ¿Cuántas personas tendrán problemas de salud a consecuencia del
amianto?
De nuevo el dato más indicativo
es la estimación de la mortalidad por mesotelioma pleural. La últimas
estimaciones realizadas por un equipo multidisciplinar liderado por el
doctor Gonzalo López Abente del
Instituto de Salud Carlos III y publicado en 2013, indican que entre los años 2016
y 2020 fallecerán un total de 1.319 personas debido a este tipo de cáncer
(mesotelioma pleural), lo que suponen 264 muertes al año.
En 2020 se alcanzaría el “pico de
la epidemia”, aunque se estima que seguirá habiendo fallecimientos por esta
causa hasta 2040. Obviamente a esta cifra hay que sumar los fallecidos por
cáncer de pulmón, que serán una cifra muy superior. En breve estaremos en
condiciones de constatar estas estimaciones con los datos de mortalidad de 2017
y 2018.
9. En España ¿se está cumpliendo con la obligación de retirar este material
allí donde aún se mantiene?
En 2006 se regularon en nuestro
país las disposiciones mínimas de seguridad y salud aplicables a los trabajos
con riesgo de exposición a amianto. Estos trabajos comprenden fundamentalmente
la retirada del amianto instalado, los trabajos de mantenimiento y reparación
sobre materiales que contienen amianto, y las actividades de transporte,
tratamiento y/o destrucción de residuos.
Hay un creciente sector del
desamiantado en España en el que conviven empresas serias que cumplen con rigor
la normativa con otras oportunistas que no siguen de la forma deseable los
protocolos. Otro hándicap añadido es la carencia en nuestro país de un censo de
amianto instalado, lo que impide la adecuada vigilancia de este tema.
10. ¿Por qué es tan importante
abordar esta problemática?
El amianto es un grave problema
de salud pública por lo que es necesario abordarlo desde distintos ángulos. En
primer lugar, mediante el adecuado reconocimiento de las víctimas como enfermos
profesionales.
No es de recibo que solo un
ínfimo porcentaje de los afectados sean reconocidos por la Seguridad Social.
Los afectados y sus familias viven un verdadero calvario procesal para ver
reconocidos sus derechos o para logar indemnizaciones de las empresas
responsables. La creación de un Fondo de Compensación para las víctimas podría
paliar esta injusta situación.
Además es necesario continuar con
los programas de vigilancia de la salud de las personas que estuvieron
expuestas. El Programa Integral de Vigilancia de la Salud de los Trabajadores
Expuestos al Amianto (PIVISTEA), creado en 2003, es una herramienta fundamental
en ese objetivo.
A finales de 2012, 38.642
trabajadores pertenecientes a 2.474 empresas de 15 comunidades autónomas
estaban incluidos en el programa.
El 63% son trabajadores
post-expuestos, cuyo seguimiento corresponde al Sistema Nacional de Salud, y el
28% eran expuestos, cuyo seguimiento corre a cargo de la empresa. Es
fundamental ampliar el programa e incluir en él a todos los trabajadores que
estuvieron o siguen estando expuestos.
Por otro lado, es imprescindible
que los casos de enfermedades causadas por el amianto que se han diagnosticado
en el programa de vigilancia (3.398
enfermedades hasta finales de 2012) sean reconocidas como enfermedades profesionales,
algo que solo ocurre en menos del 2% de los casos.
Por último, es necesario avanzar
en la confección de un censo de amianto instalado en nuestro país y en
políticas activas de crear espacios libres de amianto mediante el desamianto
con garantías para los trabajadores y la ciudadanía del amianto instalado.
Es la falta de dicho censo y de
compromiso político de los responsables públicos para impulsar los programas de
desamiantado de lo que nos lleva a descubrir episodios como el que nos ocupa que
supone que a día de hoy se pueden seguir produciendo exposiciones a este
material cancerígeno que aumentará el ya terrible legado de enfermedad y muerte
que ha generado el manejo del amianto.
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